Europa está acostumbrada a crisis de todas las dimensiones y periodos con todas las turbulencias. Las hipérboles y los superlativos suelen poblar discursos y artículos. Sobre todo al principio de cada año o a la vuelta del verano, cuando se levanta la vista para otear las prioridades y desafíos para los próximos meses. El estallido de la pandemia del covid-19 no solo ha dado uno de los mayores vuelcos a la agenda de la UE en comparación con el arranque del año.

Además, ha complicado la lista de tareas hasta plantear el curso político más complicado de la historia, según coinciden los más veteranos en las instituciones comunitarias. «Habíamos planeado diferentes presidencias, pero ha terminado por ser una presidencia-coronavirus», resume un portavoz de la presidencia alemana de la UE. Alemania está este semestre al frente del Consejo, que agrupa a los Estados miembros.

Un golpe de fortuna, dado que su peso político y económico resultará determinante para desatascar los numerosos dosieres legislativos y encarrilar las complicadas discusiones políticas que se avecinan en todas las grandes áreas. Porque la UE debe concluir las negociaciones de su próximo presupuesto plurianual y del mayor estímulo de su historia para salvar la mayor recesión en un siglo; intentar llegara un acuerdo con el Reino Unido; poner en orden su política migratoria; lidiar con un vecindario con revueltas y un creciente clima belicista; y, sobre todo, evitar que la segunda ola del virus no se vaya de las manos y empeore un cuadro político, económico y social ya muy complicado.

Paquete económico

Los Estados miembros y el Parlamento Europeo tienen que concluir la negociación del presupuesto plurianual 2021-2027 de algo más de un billón de euros, y del fondo de recuperación de 750.000 millones de euros. Las dificultades llegan desde todos los flancos. El Parlamento no plantea demandas imposibles, pero pide más claridad sobre los impuestos que se crearán para financiar el fondo de recuperación, además de algo de voz al marcar las prioridades que servirán de guía para los planes nacionales para acceder al fondo. Más problemas planteará la condicionalidad sobre el Estado de Derecho para acceder a los fondos, un tema muy sensible para la Hungría de Viktor Orban.

Los líderes lo aguaron lo suficiente para ganar su aprobado. Pero ahora Budapest teme que se le dé una vuelta de tuerca en las negociaciones entre los Estados miembros y la Eurocámara. Por eso, Orban ha dicho que el parlamento húngaro no dará su visto bueno al aumento del margen presupuestario acordado, para acomodar el estímulo frente al covid, hasta que no vea el resultado de la pieza del Estado de Derecho. Porque una vez que concluyan las negociaciones entre los gobiernos de los 27 y eurodiputados, todos los Estados miembros deberán ratificar el aumento del techo presupuestario, principalmente a través de sus parlamentos. «Realmente tenemos mucha urgencia, si queremos que el dinero esté disponible para el 1 de enero», resume una fuente diplomática.

Respuesta al virus

La lucha contra el covid-19 también abarca las medidas que están aplicando los países para contener la expansión de la pandemia y la búsqueda y fabricación de una vacuna. La Comisión presentó el pasado viernes una propuesta para intentar armonizar la respuesta europea a la segunda ola, sobre todo acordando una serie de criterios comunes para determinar las zonas ‘rojas’ con el riesgo epidemiológico más elevado. La Comisión además está pujando para hacerse con algunas de las vacunas que se están diseñando las grandes farmacéuticas.

Brexit

Las negociaciones entre la UE y el Reino Unido para acordar su futura relación apenas han progresado. El virus solo complicó una falta de entendimiento que era clara desde principios de año. Los principales obstáculos son el acceso a las aguas pesqueras del Reino Unido, y la sintonía regulatoria en campos como la competencia, el medio ambiente, o la protección de los consumidores o trabajadores que Bruselas pide a cambio de que Londres pueda acceder al mercado interior.

Esta semana habrá una nueva ronda de negociaciones. Y el tiempo se acaba. Porque si no se logra un acuerdo para finales de octubre, no habrá tiempo para la ratificación antes del 31 de diciembre, cuando concluye el proceso transitorio. «No sabemos si podremos llegar a un acuerdo», resume una fuente diplomática. El impacto económico sería enorme para los intercambios comerciales y económicos, justo en un momento de extrema debilidad económica.

Frente exterior agitado

La agenda europea volverá a temblar con todo lo que pasa más allá de sus fronteras. Desde dentro de la Comisión no dudan en señalar hacia este frente al nombrar los principales quebraderos de cabeza para los próximos meses: Rusia, Turquía o EEUU.

Las elecciones presidenciales de noviembre al otro lado del Atlántico podrían marcar un importante punto de inflexión si Donald Trump pierde la reelección frente a Joe Biden. La intervención de Rusia en la resolución de las revueltas de Bielorrusia, y la sombra que proyecta sobre el envenenamiento del líder opositor ruso Alexei Navalny, volverán a colocarla entre los asuntos controvertidos para los europeos. Además, las tensiones en el Mediterráneo Oriental con Turquía, por las exploraciones petrolíferas, han deteriorado las relaciones con Ankara hasta mínimos peligrosos.

Migración y futuro

El choque con el Gobierno turco, pieza clave para contener la ola migratoria de hace un lustro, llega justo cuando la Comisión presentará en las próximas semanas una propuesta largamente esperada para reformar la política migratoria europea. El objetivo es repartir la llegada de solicitantes de asilo entre los Estados miembros de manera más equilibrada, al tiempo que se quiere reforzar las fronteras exteriores.

Desde la Eurocámara también destacan la Conferencia sobre el Futuro de Europa, que arrancará este semestre. Supone un masivo esfuerzo de diálogo con la ciudadanía para discutir el estado y los retos de la UE. La ambición y las expectativas se han ido desinflando, y ya no se baraja que derive en un cambio de los tratados. Porque cuando Europa vive su presente más difícil, no le queda energía para pensar y actuar sobre su futuro. Vuelve a ser la época de los bomberos; los arquitectos aguardan de nuevo en la sala de espera.