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Europa rechaza el último plan británico para el ‘brexit’

El Reino Unido no sabe cómo salir de la Unión Europea. Más de un año y medio después del referendo, Londres no encuentra la salida rápida y sin costos que prometieron los partidarios del ‘brexit’.

Por ahora, solo se acordaron unos pasos muy genéricos sobre el fin de la membresía: que el Gobierno británico debe respetar el estatus actual de los 3,2 millones de europeos residentes en el país y que Londres deberá pagar unos 65.000 millones de euros.

El Reino Unido también se comprometió a mantener sin controles ni aduanas la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, pero sigue sin explicar cómo lo hará si sale del mercado común europeo, que exige esos controles en sus fronteras exteriores. Hasta ahí lo acordado.

Oficialmente se negocia un periodo transitorio del 29 de marzo del 2019 al 31 de diciembre del 2020 y la relación futura. Pero mientras el negociador europeo Michel Barnier parece tener todo previsto, en la capital británica se siguen improvisando planes que en Bruselas se descartan uno tras otro.

La última idea en Londres nació muerta cuando el presidente de la UE, Donald Tusk, dijo que era “una pura ilusión”. Londres pretende ahora una membresía en la UE. Algunos sectores seguirían como hasta ahora (aviación, farmacéuticas, finanzas), otros prometerían seguir las normas europeas, pero sin compromisos legales y una tercera parte saldría tras el periodo transitorio.

Por supuesto, Londres sigue queriendo que ese plan no incluya libre circulación, establecimiento de ciudadanos europeos ni una contribución al presupuesto europeo y solo aceptaría la autoridad del Tribunal de Justicia de la UE en ciertos sectores.

Bruselas no acepta ese troceo del mercado común por sectores y recuerda que si el Gobierno británico quiere que sus exportaciones sigan entrando a Europa sin aranceles ni más trámites debe respetar las cuatro libertades: de mercancías, servicios, capitales y personas. La Comisión Europea lleva meses diciéndole a Londres que el Reino Unido debe básicamente elegir entre dos tipos de relación: a la “canadiense” o a la “noruega”. 

La primera, al estilo del acuerdo de libre comercio firmado entre la UE y Canadá, libraría al Reino Unido de las normas europeas, de tener que aceptar la inmigración del bloque, de los tribunales de la UE y de tener que seguir contribuyendo al presupuesto europeo.

Pero esa opción, aunque se llame “de libre comercio”, no es totalmente libre. Algunos sectores pagan aranceles, hay cuotas en ciertos productos y la City londinense perdería el acceso a los mercados financieros del resto de la UE. Un desastre para la economía británica.

La segunda opción copiaría la relación que el país escandinavo tiene con la UE. Noruega es parte del espacio de libre circulación de personas, comercia con Europa como si fuera miembro, acepta la jurisprudencia de su Tribunal de Justicia y paga contribuciones. Pero no tiene voz ni voto en sus decisiones y tiene que aceptar las normas que esta apruebe. 

Con esta opción, el Reino Unido seguiría en la práctica como hasta ahora, pero habría perdido su capacidad de influencia en Bruselas. Un desastre para quienes prometieron sacar al país de la UE.

 

«Europa rechaza el último plan británico para el ‘brexit’ »  28 Febrero 2018   www.eltiempo.com/mundo/europa/union-europea

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